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una tela reconstruyendose, en el vuelo, afanoso vuelo espiralado.

martes, 7 de febrero de 2012

BOLSILLOS

(By Sonia Bernardini)

Soy una persona ordenada. Me gustan las batas con bolsillos por que en ellos puedes ir guardando los pedacitos de día-a-día que se van desperdigando por la casa. Teléfonos anotados, trozos de juguetes, una pieza de puzzle, medio lápiz, la tapa de un frasco, la mina de un boli. Todo, al bolsillo de la bata. Muy cómodo.

Quizás, un tanto descorazonador, también.

Lo extraño de ordenar es observar cómo todo se convierte en sus fragmentos.

Y lo difícil, mantener los fragmentos ordenados.

Mi madre, que sabía mucho de la existencia de fragmentos y la utilidad de los bolsillos, siempre me lo dijo. Y me educó para ser una persona ordenada. Esto, al escritorio, esto, al costurero, esto, le preguntaré a mi marido. Si el fragmento se fragmenta, a la basura. Si es inclasificable, al bolsillo de la bata, con la remota esperanza de disponer en algún momento de un momento para clasificarlo. Las mujeres siempre han sabido mucho de la vida y sus fragmentos, y el orden de las batas. Y enseñan a sus hijas a ser, fundamentalmente, bolsillos.

Un tanto descorazonador, quizás.

Lo extraño de vivir es observar cómo todo se convierte en su fragmento. Inclasificable. La esperanza en mi insistencia, el amor en mi memoria, los pensares en pesares, la pasión en sus retazos. Cómodo por que cabe en los bolsillos de la bata. Con la remota esperanza de poder algún día recrearlos. Y un tanto descorazonador, quizá.

Pero mi madre me enseñó a ser ordenada y así yo también recojo ordenadamente los fragmentos. Los juguetes al baúl. Sus pedazos, al bolsillo de la bata. Los papeles al archivo. Sus trocitos, al bolsillo de la bata. Las frases, al cuento. Las palabras, al bolsillo de la bata. El imperdible al costurero. Un recuerdo, el calor de su mano cuando paseamos por el hielo. Y una carga, el secreto que sólo aveces cuento. Al bolsillo de la bata. Con la remota esperanza de poder algún día clasificarlo.

Un tanto descorazonador, quizás.

Lo extraño de vivir es observar cómo yo me convierto en mi fragmento.
Lo difícil, mantener mis fragmentos ordenados.

Pero mi madre me educó bien, y aunque -descorazonador- soy una mujer fragmento, me gustan los cuentos con bolsillos porque en ellos puedo ir guardando los pedacitos de mí misma que se van desperdigando día a día. Muy ordenado. Me levanto, me acuesto, y entre tanto me voy fragmentando y guardo mis fragmentos en las frases de mis cuentos. El calor de su mano cuando paseamos por el hielo. El pesado secreto que casi nunca cuento. Una insistencia de esperanza. Los pesares de un pensar. Si la frase se palabra, a la basura. Si es inclasificable, al bolsillo de la bata. Con la esperanza de encontrar, en algún momento, algún momento para ordenarse.

Soy una mujer palabras.

Al final, de mi historia sólo quedaran sus cuentos. Al final, de mis cuentos solo quedarán sus frases. Y de mis frases, sus palabras, inclasificables en el bolsillo de mi bata.

Y si las palabras se fragmentan, a la basura.

Cómodo.

Un tanto descorazonador, también.

1 comentario:

reina.momo dijo...

Qué lindo! De una idea sencilla surgen un montón de ideas que te dejan pensando, muy bueno en serio :)