El universo me lanzó al abrazo de un hombre acogedor
y no bastó la magia
Ni la coincidencia
Tampoco la reverberante
generosidad del paisaje
Ni el calor abrazador
de un desierto
Ni el agua purificadora
de la mar
Ni los rayos sutiles de una
luna roja creciente
No bastaron la generosidad
de nuestros corazones
Ni siquiera los portales
corpóreos traspasados
Ni la sinceridad de todas
las palabras y significados
No bastaron los caminos
No bastaron los amigos
No bastaron los fluidos
Ni la necesidad
No bastó el amor entero
de una hembra antojada
No basto la osadía de
permitirle viajar hasta su historia
No bastó perderse y encontrarse
en la oscuridad del bosque
No bastó el instinto
guiado por fluorescencias nocturnas.
Para poblar su corazón
pues era enorme
Para poblar sus días
pues eran demasiados
Para poblar sus ansias
pues tenían nombre.
Sus pasos y sus besos
habitados y ajenos
Sus sentimientos
Sus confusiones
Sus deseos
Su infinita inspiración
tan fieles a sus amores
Que no bastó la simple presencia
sutil y sincera.
¿Por qué entonces llega con el
viento aventurero
esta hondonada de recuerdos
que me pierden y me encuentran
Ligera
Curiosa
Apasionada
Valerosa
Convencida?
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