El malévolo

Puedo hacerle un campo en mi vida a la creación, y extraño impulsivamente la presencia de mis hijos...

¿Juanita? ¿Lucas?
amaneces diariamente al placer de sentir, nunca retrocede tu cuerpecito de un vientre nacido.
Imagino tus palabras, te comento y encuentro en la noche triangular solitaria. Luna nueva de soñadas cicatrices. Luna llena de pasiones y emociones concebida. Al amague del encanto, abierta herida.
Eres una canción que clama en la tarde fecunda, hermosos versos de amor comprometidos con el sueño, con los pasos, y los vientos que soplan la esperanza de vida.

Fuerza, fuerza, fuerza, los agotados músculos ahora despiertan.
Buscar un maestro, una guía.
Buscar la oportunidad, un mecenas que me acepte como soy; cuando el amor estalla en mi entraña, cuando la ira satisface al tormento, el neurotismo a las paredes crea, y la ternura la piel acaricia.
Buscar un amante, un vicio de pasiones interminables... utopías factibles. Sensaciones supremas.
Buscar un rostro, incluso unos ojos, para observar los reflejos del amor.

Y al encuentro de los nuevos días, buscar la pasión incontenible del sueño, de disciplinas diversas, donde converjan las órbitas y conspiren a su favor los dioses.

Me lleno de amor gracias a esto, y es seguro que me perciben ansiosa desaforada demente sorprendida, los otros, que defienden sus verdades de esta chica que parece ingenua, llena de ideas e inquieta esperando con la cara en alto, con el pecho altivo, los pies vibrantes, el camino de destino cuya puerta abierta invita e incita. A descubrir la mirada del malévolo, arquetipo peligrosisimo, creador que llevo dentro.